jueves, 12 de julio de 2012

Ejercicio 15: Macondo


Frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buen día había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevo a conocer el hielo muchos años después. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombres, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Se precipitaba por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos las aguas diáfanas de la orilla de un río en donde estaban construidas veinte casas de barro y caña brava. Macondo era esa aldea. Aldea donde el coronel Aureliano Buen día se había criado sólo con su padre. 

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