jueves, 26 de abril de 2012

La vida de Don Quijote de la Mancha

En un lugar de la Mancha, que del nombre no quiero acordarme,  no hacía mucho tiempo que vivía un caballero de los que dejaba la lanza en la percha, de escudos antiguos, que iba a caballo flaco y era un galgo corredor. Donde la olla es de algo más de vaca que de carnero; de salpicón, más en las noches; de duelo y dolor los sábados; de lentejas los viernes; algún pollo preparado los domingos, él consumía las tres partes de su hacienda.  El resto de ella concluía en capas lustrosas, pantalones de terciopelo para las fiestas, zapatos de lo mismo, y los días de entresemana se honraba con su paño de lo más fino. Y las prendas más finas eran para los días de rutina.

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